Recordando al ilustre guitarrista duraznense Julio Martínez Oyanguren. Por Saúl Piña
En la historia de la guitarra de nuestro país surge como una de las figuras más destacadas un hijo de Durazno: Julio Martínez Oyanguren.
Dicen los entendidos que tenía condiciones de excepción y un don natural de comunicación con el público, al margen del conocimiento musical que se pudiera tener por parte del mismo. Arrancaba del instrumento un sonido poderoso y muy rico de matices, con una técnica digital muy particular en su mano derecha y un robusto vibrato de la izquierda, una condición especial que solo los elegidos tienen.
Lauro Ayestarán, quien tuvo del privilegio de ser el primero en realizar la recolección sistemática del folklore musical uruguayo, tuvo una estrecha vinculación con Martínez Oyanguren, y en una de sus memorias destaca una grabación realizada en nuestra ciudad, de la Segunda Serenata de Carulli para violín y guitarra.
Decía “el violinista era Raúl Evangelisti, de severo estilo Martínez Oyanguren el guitarrista. La guitarra de Martínez suena como el más dorado clavecín. La perfección de fraseo, la ensambladura de ambos instrumentos, es un modelo de musicalidad “.
Martínez Oyanguren estudió en nuestra ciudad con el profesor Alfredo Hargain, prestigioso organista de la Parroquia San Pedro. Radicado en Montevideo perfeccionó su técnica con el Profesor Leoncio Marichal, quien dimensionó los dotes interpretativos de este duraznense, colaborando en el pulimento de las naturales condiciones musicales.
Luego de obtener su título como Ingeniero Naval, viaja a Estados Unidos, como Agregado Naval en nuestra Embajada, teniendo la distinción de ser el primer artista exclusivo de NBC, grabando en el sello RCA Víctor.
Tuvo el privilegio de ser invitado por el Presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, para ofrecer un recital en la Casa Blanca. También fue solista con la Orquesta Filarmonía de Nueva York, con un marco de público de 18.000 personas.
En el año 1942, fue designado como Jefe de Policía de Durazno, radicando su residencia en la finca ubicada en la esquina de Rivera y Zorrilla.
El nombre de este extraordinario intérprete, ha quedado incorporado en la mejor historia de la guitarra en el Uruguay.
Lamentablemente en estos tiempos no tiene mayor difusión, la excepcional obra de este dilecto hijo de Durazno, cultor de este noble instrumento que es todo un símbolo de la identidad oriental.
Sería muy acertado, rescatar la memoria de Julio Martínez Oyanguren, como manera de fortalecer el aporte cultural de este ilustre duraznense, quien falleció el 13 de setiembre de 1973.
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