Foto tomada de Google.- |
Mientras esto ocurre Rusia y Estados Unidos promueven un conflicto en Ucrania que agravará el hambre a nivel mundial y el encarecimiento del petróleo, lo que afectará aún más la situación de inestabilidad que se presenta.
Sería bueno motivar la reflexión de quienes tienen la posibilidad de hacer algo al respecto sobre esta realidad de muchas regiones del mundo, que si fueran por la disponibilidad de orden tecnológico, ya estaría superada.
Es evidente que las trabas más serias, se ubican en los campos de la política y la economía social. Según informes muy calificados, actualmente en el mundo hay más 165 millones de personas que viven en una situación de crisis alimentaria. Dos de cada tres personas pasan hambre a consecuencia de la guerra o los conflictos en sus países.
Latinoamérica ha sumado a lo largo del pasado año a cinco millones de personas más a la situación de pobreza extrema, por imperio de la pandemia, las crisis sociales y políticas. Como contrapartida, la inversión en armamento es de sumas astronómicas.
Brasil tiene las fuerzas armadas más costosas a nivel latinoamericano, porque el Estado invierte 20.000 millones de dólares en el mantenimiento militar. Le siguen Colombia, México y Chile.
El número de personas subalimentadas en el mundo oscila en 811 millones, siendo los niños los más afectados. Mientras esto ocurre, Rusia y Estados Unidos, en su afán de poder promueven un conflicto en Ucrania, que puede producir una guerra de grandes consecuencias, que agravará el hambre a nivel mundial y el encarecimiento del petróleo, lo que afectará aún más la situación de inestabilidad que se presenta.
Estos tiempos exigen un gran desafío y responsabilidad de los gobernantes, para el desarrollo de los pueblos y el mejoramiento de la calidad de vida de la gente. La vida de los niños en muchos lugares, se inicia por la infame cadena de carencia alimentaria, sigue con déficit nutricional que muchas veces son irreversibles, sumándose limitaciones sanitarias, que promueve a una salud frágil endémica, que se trasmite de una generación a la otra con intervalos dramáticamente menores.
Un reciente informe destaca que el hambre es una consecuencia directa de la violencia. El ansia de poder de algunos hombres y de algunos grupos nos coloca brutalmente frente a la realidad de un planeta, cuyas grandes potencias, invierten cifras financieras siderales en sofisticados armamentos, para el sometimiento de los pueblos.
Es tiempo de destinar recursos orientados al mejoramiento de las personas, como manera de instalar al mundo en el escenario del bienestar y la justicia.
El Uruguay ocupa un lugar destacado por el nivel social, lo que en función de su capacidad de producción de alimentos, puede permitirle acceder a puestos de singular consideración en el concierto mundial. Tratemos de mantener este escenario con trabajo, tolerancia y respeto por el pensamiento de quienes piensan diferente. Los dueños de la verdad absoluta no existen.