El 30 de mayo de 1901 nacía en Fray Bentos quien con el transcurso de los años, se trasformaría en un médico cirujano de trascendencia nacional e internacional, el Dr. Eduardo Calleri Garmendia. Sus padres eran trabajadores de la empresa Liebig productora del Extracto de Carne.
Desde niño soñó ser médico y en función de sus condiciones naturales y la motivación del galeno del pueblo Dr. Ángel Cuervo, ingresó en la Facultad de Medicina, culminando la carrera con elevadas calificaciones.En 1927 llegó a Durazno con tan solo 26 años y solo 3 de internado. El Director del Hospital local era el Dr. Emilio Penza quien le ofreció el total apoyo al joven médico. Calleri fue un profesional brillante, pero básicamente un hombre valioso con un contenido humano y dedicación que fue ejemplo en el ámbito médico, logrando integrar nuevas técnicas quirúrgicas e instrumentos que mejoraban los procedimientos operatorios.
Se dice que tenía un amigo herrero, quien le fabricó varios instrumentos de su diseño personal, que fueron utilizados con marcado éxito. Tal fue su fama como cirujano, que el afamado doctor Pedro Larghero, le confió su hijo para que viajara a Durazno para mejorar sus técnicas quirúrgicas, operando con Calleri.
En el Hospital de nuestra ciudad en el lapso de 40 años realizó más de 20.000 operaciones, destacándose el hecho de que complejas intervenciones quirúrgicas que se hacían en Montevideo, Calleri las realizó en Durazno evitando los traslados que en aquellos tiempos eran difíciles.
Este médico tenía la humildad de los grandes y nunca le importó lo material, ejerciendo en plenitud un elevado nivel filantrópico. Se conocen muchos casos de pacientes que recibían asistencia gratuita en su Consultorio particular. La Universidad de la República le ofreció una Cátedra muy importante en la Facultad de Medicina, la que rechazó, aduciendo su incipiente dolencia auditiva.
Calleri promovió una especie de revolución en el sistema quirúrgico de Durazno, trabajando en equipo, planificando la labor en el quirófano y perfeccionado las técnicas de la trasfusión, la anestesia, la asepsia, trasmitiendo a sus colegas jóvenes, sus conocimientos. En una publicación Calleri decía: “No se puede rechazar un llamado del Hospital, el trabajo resulta soportable.
Suena improbable con la moda humana. Pero un médico de pueblo es un guardia permanente mientras reside en el pueblo. Lo inverosímil sería que las cosas no sucedieron así”.
Son muchas las publicaciones de técnicas quirúrgicas creadas por este hijo adoptivo de Durazno, destacándose un trabajo presentado en un Congreso Internacional en Francia sobre el tema: “Quistes Hidáticos del Hígado”, las que fueron aplicadas en hospitales del Viejo Mundo.
El Dr. Eduardo Calleri fue un profesional de excepción, que incorporó valores, éticos y de conducta. Que fue generoso con el prójimo y de elevado humanismo como esta noble profesión, que paradójicamente se enfrenta con la vida pero también con la muerte. Un ser humano que sabía que la vida es más valiosa para los seres humanos, por “ser” que por ” tener “. IR A PORTADA