Rescatando nuestros valores. Por Saúl Piña
Son tiempos muy particulares los que corren donde pareciera que se aprecia con mayor intensidad, los valores de figuras, tanto del escenario político, como cultural, de otros lugares del mundo, dejando en segundo plano a uruguayos que han desarrollado importantes aportes en las más diversas disciplinas.
Es tanto el desorden, que se han nominado espacios de centros universitarios de la enseñanza, con el nombre de guerrilleros que si bien, pudieron haber tenido cierto grado de importancia en sus países, al Uruguay nada le aportaron. - En cambio se ignoró la extensa y muy valiosa lista de ciudadanos que tuvieron un real destaque en los más diversos campos, en el desempeño de sus actividades en directo
beneficio del país.
Sería muy acertado encarar una política que promueva un proyecto cultural, con el cometido de recuperar del olvido, figuras que no han tenido la debida difusión.
Es lógico que el primer ámbito del conocimiento deben ser los centros educativos, tanto las escuelas como liceos. De que vale saber con precisión, la trayectoria de literatos y filósofos del mundo, si no conocemos quienes fueron y lo que hicieron, por ejemplo, los poetas nativistas; Osiris Rodríguez Castillos, Wenceslao Varela o Abel Soria, entre muchos otros, que aportaron cosas que aparentemente parecen sencillas y no movilizan foros o congresos, pero que tienen real trascendencia para el fortalecimiento de la sociedad.
Este desconocimiento y olvido—como muchos otros—contribuyen a la pérdida de nuestra identidad como país, y abona el terreno como para que germinen, ideas y doctrinas que nada tienen que ver, con las que han caracterizado en todo el mundo al Uruguay, no por obra de los dioses, sino por el rico legado que nos dejaron ciudadanos que valoraban en profundidad la real orientalidad. Es ingrediente básico en la formación educativa y cultural, el conocer la vida y obra de quienes realmente valen.
Hace poco tiempo un docente realizó una encuesta con sus alumnos, preguntando si sabían quién era “Herrerita”, cuyo busto se encuentra en plaza Independencia. Ninguno supo contestar.
Ernesto Herrera, nacido en Montevideo, tuvo una estrecha relación con Durazno, por su vinculación sentimental con Acacia Shulze, quien era sobrina del General Pablo Galarza. Fue un escritor y periodista que en su corta vida, dejó una particular marca de su paso en el ámbito literario y como dramaturgo, legando una serie de obras, como continuidad del prestigio que había tallado profundamente el gran Florencio Sánchez.
Se destacan de Herrerita obras como: “El Estanque”, “León Ciego” y “La moral de Misia Paca”, piezas consagratorias de su talento, y dramas vigorosos de una realidad nacional y platense, que el autor captó en trazos llenos de humanidad y en los que hacía palpitar anhelos de renovación y rebeldía popular.
Sería muy acertado que en los centros de enseñanza de Durazno, también se incluyera en sus programas el conocimiento de figuras como las de Herrerita.
Sería también muy positivo, que en nuestra ciudad se promoviera una especie de Foro Cultural, para el conocimiento de la extensa y muy valiosa nómina de duraznenses, que han dejado un valioso acervo en las más diversas disciplinas vinculadas con el escenario cultural.
Contamos con una extensa nómina de capacitados docentes que aportarían su rico concurso.
No hay duda que en la medida que tengamos mayor conocimiento de los uruguayos que han dejado sedimentos culturales para beneficio de las nuevas generaciones, estaremos fortaleciendo el apego a las queridas tradiciones, fortaleciendo nuestra auténtica identidad nacional, valorando nuestros hombres, y animando el verbo republicano de Artigas.