La importancia de la producción rural. Por Saúl Moisés Piña

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Es verdad que el Uruguay ha padecido desde el fondo de la historia, una particular macrocefalia capitalina. También es una realidad a nivel mundial, que el proceso de urbanización es una constante de los tiempos actuales.

Pero este fenómeno se viene dando en nuestro país con un nivel alarmante, promoviendo un despoblamiento rural, motivando el desplazamiento de miles de familias campesinas a los centros urbanos, por falta de perspectivas, sobre todo de los jóvenes, que no avizoran caminos de progreso de futuro.

En recientes declaraciones el Presidente de la Asociación Rural del Uruguay, Gabriel Capurro, expresó su preocupación por el hecho de que, en los últimos 18 años, más de la mitad del territorio productivo ha cambiado de mano, y que entre el 35 y 40%, ha pasado a manos extranjeras.

Señaló que este fenómeno es consecuencia de la desaparición forzada de productores rurales y dentro de éstos los de menor escala. Se estima que en 18 años cambiaron de manos en el país, algo más de 8 millones de hectáreas, más de la mitad del territorio productivo que son 15.800.000 has. Este fenómeno no tiene antecedentes en ninguna parte del mudo.

Se estima que dentro de los factores que motivan la migración de la gente del campo hacia las ciudades, se destacan, la presión fiscal, la falta de servicios, comunicación adecuada y la falta de rentabilidad, al punto de que casi cuatro millones de hectáreas fueron vendidas por productores de menos de 1.000 hectáreas (que son el 87% de los productores del país), porque no pueden enfrentar los costos de producción y mantener a sus familias.

En los últimos 40 años, abandonaron el campo 40.000 productores, acelerándose el fenómeno en el pasado año donde emigraron 2.000 familias campesinas, hacia los centros poblados. En los últimos 6 años, fueron 48 mil los trabajadores que salieron del sector.

Se estima que de seguir a este ritmo, el sector rural se quedará sin gente, lo que resulta muy grave para un país agro exportador como es Uruguay, ya que se afecta seriamente el tejido social del interior y se pierde personal con conocimiento y experiencia en el trabajo rural.

Los productores de países desarrollados reciben importantes apoyos para que se mantenga trabajando la tierra, ya que es una fábrica de alimentos que contribuye al desarrollo social y económico equilibrado del territorio. La Unión Europea destina el 35% de su presupuesto total a políticas de apoyo a los productores rurales.

En Uruguay se destinan miles de dólares para subvencionar emprendimientos y empresas que son un fracaso de lo cual existen varios ejemplos. Seguramente estos aportes a la “ruleta” hubieran sido más positivos si se hubieran realizado al sector de la lechería, los horticultores y los pequeños productores rurales.

En este Uruguay todos los emprendimientos que promueven mano de obra, resultan valiosos y fundamentales para la buena marcha del país.

Pero debemos reflexionar que las posibilidades del país en materia de producir bienes en el medio rural, es cuantiosa, tanto porque se trata de alimentos, que siempre estarán requeridos por el mundo; como por las características de nuestro suelo, del clima y también por la aptitud de las familias radicadas en el campo, que en su mayoría han demostrado, ingenio, compromiso, esfuerzo y esa acción de amor y entrega que implica el trabajo en la tierra.

Quienes no aportan esos valores no pueden ser los privilegiados de siempre.





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