Costa de Uruguay en zona afectada por calentamiento

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The Washington Post viajó hasta Uruguay y se instaló en Rocha para comprobar lo que marcaba el mapa de calentamiento global. Según datos comparativos, se observa desde el siglo pasado "una misteriosa mancha de agua tibia que se ha extendido desde la costa uruguaya hasta el Atlántico Sur".

Esa zona se calentó extremadamente rápido, subiendo más de 2°C, señala el informe. Ese es un número que los científicos identificaron como una línea roja para que el planeta evite consecuencias catastróficas e irreversibles.

The Washington Post analizó cuatro conjuntos de datos de la NASA, National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), Berkeley Earth y los trabajos de los académicos Kevin Cowtan y Robert Way y encontró que "aproximadamente una décima parte del mundo ya se ha calentado en más de 2 grados centígrados, cuando se comparan los últimos cinco años con mediados o finales del siglo XIX. Eso es más de cinco veces el tamaño de los Estados Unidos".

"Todo el océano global se está calentando, pero algunas partes están cambiando mucho más rápido que otras, y el punto caliente frente a Uruguay es uno de los más rápidos. Fue identificado por primera vez por los científicos en 2012, pero todavía se conoce mal y prácticamente no ha recibido atención pública", aclaró dicho medio en el informe.

Los investigadores saben es que esta zona caliente provocó "la muerte masiva de almejas, las olas de calor oceánicas peligrosas y las floraciones de algas, y los cambios de gran alcance en la captura de peces en Uruguay".

El oceanógrafo Alberto Piola, profesor de la Universidad de Buenos Aires, señaló al The Washington Post que "el desplazamiento hacia el sur de aguas cálidas crea una señal muy fuerte".

Omar Defeo, biólogo marino y profesor de la Universidad de la República, explicó a su vez al The Washington Post "las mortalidades masivas destruyeron las poblaciones de almejas amarillas". "En un proceso de más o menos 10 años, las muertes en masa destruyeron las poblaciones de almejas amarilla", añadió.

La fuerte disminución de las almejas amarillas está jugando una mala pasada a las personas que tienen a los mariscos como su sustento de vida. Es el caso de José Rocha (68 años), quien brindó su testimonio. "No sé lo que está sucediendo, el clima no es el mismo", contó.

Los reguladores gubernamentales, académicos como Defeo y los propios pescadores han ideado un plan para aprovechar el suministro cada vez menor de la almeja amarilla.

"La estrategia es capturar un bajo número de almejas, porque el stock es muy reducido, vender con un buen precio a los restaurantes y solo tener este bajo número de pescadores", señaló Defeo.

Fuente: El País



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