Promover la seguridad alimentaria. Escribe Saúl Moisés Piña
El 16 de octubre de cada año se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, de acuerdo a lo establecido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en el año 2019.
El hambre es un flagelo casi silencioso que afecta a más de 920 millones de seres humanos.-Algunos estudios dicen que llega a los 200 millones. Estas cifras llevan muchos años sin modificarse, mientras que la mayoría de los países invierten fuertes sumas en armamento y en la financiación
de conflictos para saciar el hambre de poder, sin cubrir la de alimentos.
Los informes señalan que una proporción igual a la de la población con hambre y desnutrición, enfrenta también problemas de sobre peso y obesidad, lo que promueve Insuficiente índice físico y mental, todo lo que reduce drásticamente, las posibilidades de desarrollo de los individuos, hipotecando su futuro.
El sobrepeso provoca presión arterial alta y diabetes, que en el Uruguay tienen una exagerada incidencia en el sistema de salud, por el elevado número de personas que las padecen y las secuelas que puede, provocar.
Es bueno vincular dos temas que van de la mano: la pobreza y el hambre. El medio ambiente de la Tierra, muestra claros signos de graves deterioros. La incapacidad del hombre, ha esquilmado los recursos naturales, se han contaminado tierras y mares con residuos tóxicos y plásticos. El aire está saturado de gases peligrosos, lo que ya viene provocando afecciones pulmonares.
Lluvias ácidas, cambios climáticos evidentes, tala de millones de bosques tropicales, desforestaciones indiscriminadas en cuencas hidrográficas, degradación de suelos de aptitud agrícola, avance del desierto, reducción de especies de pesca por contaminación de las aguas.
No existe duda que la población humana, no podrá prosperar ni siquiera sobrevivir, si se deja que la tierra, el aire y el agua se sigan deteriorando. Es fundamental la producción de alimentos sin deteriorar los suelos, administrando prudentemente los recursos naturales.
Cientos de millones de campesinos pobres de todo el mundo—también en el Uruguay—deberán tener ingresos y oportunidades de producir más y mejorar la calidad de su vida. El 6 de agosto de 1878, nuestra ciudad fue escenario del Primer Congreso Nacional de Inspectores de Enseñanza Primaria, por iniciativa de José Pedro Varela. Uno de los temas prioritarios, fue impulsar el cultivo de huerta en las escuelas rurales, como factor básico para una buena alimentación y mejoramiento de la economía familiar.
Esto ha sido abandonado y el sistema educativo no contempla el tema de la seguridad alimentaria. La escuela abandonó la parcela, el cultivo del huerto y la granja escolar. Se dejó de enseñar a niños y jóvenes como producir alimentos más barato y de calidad natural. Se debe instrumentar los mecanismos para enseñar a realizar buenas prácticas para el mejoramiento del suelo y del agua, con asistencia financiera a pequeños productores. Un deber de los gobiernos, más allá de la promoción de propiciar mega emprendimientos.
La producción de alimentos naturales es la gran meta del presente, pero también del futuro. La Seguridad Alimentaria debe ser la aspiración más sensible de la población y en el Uruguay, tenemos el privilegio de que la Naturaleza ha sido muy generosa. Más que planes sociales de asistencia, hay que pasar a la acción, lo que exige un sentido de comunidad de objetivos de equidad humana, y sobre todo responsabilidad política.