La vieja tradición sigue vigente. Escribe Saúl Piña

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No han tenido mayor éxito los ensayos, los métodos y las diversas especulaciones ocurridas en el mundo, de quienes han pretendido convertirse en intérpretes exclusivos de los sentimientos y preferencias del pueblo.

Hoy abundan los ejemplos que, desde los campos de la teología, hasta los de la política, pasando por los escenarios de la educación y de la cultura, muestran el terrible ejemplo, de todos aquellos que intentaron asumir la misión de indicarle al pueblo las ideas que debe sostener, que sentimientos debe cultivar, que héroes son los más convenientes, y que cosa conviene más.

La historia del mundo señala severos métodos de tratar de convencer a los ciudadanos, cual es el “verdadero camino", para lo cual se han utilizado desde la mentira, la hoguera, hasta la tortura y la muerte.

Nada sirvió para convencer y someter a las colectividades a las cuales se les aplicara tales procedimientos. Las lecciones de la Historia son elocuentes, en cuanto al rechazo y el horror despertados en cada oportunidad. Los tiempos promovieron cambios radicales y la voluntad del pueblo ganó espacio y derechos.

De todos modos, hoy se pueden apreciar situaciones antihumanas, donde actúan los mismos genios del mal que antes influyeron en la conducta de los usurpadores de derechos, desnaturalizadores de los instrumentos de equidad, causantes de flagelos de la sociedad humana.

La forma de gobierno democrático representativa le viene impuesta a la República desde el fondo mismo de la historia, y ha sido fundamental para su adecuado ejercicio, la eficaz participación de los partidos y de políticos con autoridad. Partidos de honda raíz vernácula, que fueron gestores muchos años de etapas cívicas de elevado valor. El actual panorama nos muestra otras corrientes políticas de gran contenido democrático, que aportan una dinámica diferente a los tiempos electorales.

El pasado domingo 24, el pueblo uruguayo ofreció una lección de compromiso con la democracia, superando un acto eleccionario en paz y con total acatamiento a lo que los votos sentenciaron.

Los uruguayos sabemos que ahora el gobierno debe ser para todos por igual, pero también es bueno recordar que todos, somos también responsables en la buena marcha de la nueva administración, y que el compromiso ciudadano es fundamental, tendiendo puentes de tolerancia y eliminando grietas.

Los uruguayos debemos asumir que la Democracia no es de derecha ni de izquierda. Es un sistema legal que defiende la libertad política, la justicia social, la justa distribución de la riqueza, la seguridad, la educación, la salud y la cultura del trabajo.

El nuevo gobierno tiene la responsabilidad de mantener lo bueno del que sale, pero también de corregir y de incorporar, recorriendo el camino de hermosa tradición, en la búsqueda de las grandes soluciones de armonía y felicidad, que aguarda el pueblo de la República.

Superando diferencias, la vieja tradición democrática sigue vigente.



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