A 100 años del incendio del molino Filippini. Por Saúl Piña
El 27 de enero de 1920 nuestra ciudad vivió un acontecimiento que marcó un hito en la historia de las tragedias de esta ciudad; el incendio del Molino Filippini.
Su construcción data de los fines del año 1880 bajo la responsabilidad de una empresa constructora de Montevideo. Según la versión de algunos funcionarios de esta empresa, en uno de los hornos figuraba una placa de bronce con una inscripción de lucía 18… pero no recuerdan la cifra completa.
El edificio, cuyo exterior conserva el diseño original, pero que ha sido totalmente refaccionado para modernos apartamentos, luce una solidez fantástica, en una muestra de las importantes obras que se hacían en aquellos tiempos, donde no había los recursos técnicos de la actualidad. Tiene cuatro pisos, con cimientos de piedra asentados en arena y con paredes que tienen 60 centímetros de espesor.
En la madrugada del 27 de enero de 1920, un joven de apellido Curbelo apreció que desde el techo del Molino emergía humo. Dando el aviso se dieron cita efectivos policiales y del Regimiento, quienes intentaron combatir el fuero lo que resultó imposible. En aquellos años no existía el Cuerpo de Bomberos (el que fue inaugurado el 17 de setiembre de 1942).
El fuego se inició en la planta alta y nunca se pudo determinar la razón, circulando algunas versiones de que fue intencional. Las llamas eran de tal magnitud que, se dice que desde Sarandí Grande se veía el fuego, que se incrementaba por un fuerte viento Norte que soplaba esa noche. Los pisos y buena parte de la maquinaria eran de madera lo que aceleró el fuego. Las pérdidas fueron totales, perdiéndose maquinaria y mercadería que se encontraba en depósito.
Había un seguro por $ 25.000, pero las pérdidas superaron los cien mil pesos. Los vecinos vivieron con gran temor el avance del incendio y las autoridades ordenaron la evacuación de las viviendas en toda la manzana.
Además del personal policial y militar, también los vecinos colaboraron en sacar del interior, alguna maquinaria y varios carros y jardineras de reparto. Sobre la madrugada llovió copiosamente pero el humo persistió durante varios días.
En pocas horas las llamas consumieron el trabajo y el capital de muchos años de Don Carlos Filippini con quien colaboraron sus hijos.
El local permaneció abandonado por espacio de 90 años, para ser totalmente remozado, convirtiéndose en un moderno block de viviendas muy modernas y funcionales, otorgando nueva vida a una dinámica zona de nuestra ciudad, conservando el histórico edificio, que ha sido declarado de “Interés Departamental”, y que en su momento, fue emporio de trabajo y fuente laboral de muchos obreros de nuestra ciudad.
Lindo poder recordar estas instancias de otros tiempos, que bien deberían servir de ejemplo para los actuales.
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