Recuerdos de Carnaval: "Gallo" Rojas, “Pocho” Souza, “Chivi” Giordano, Piñeiro, “Pocho” Colmán, “Tucho”, bailes del Español
ESCRIBE SAÚL PIÑA.- En este Uruguay existen tres pasiones que convocan a la mayoría de los ciudadanos: la política, el fútbol y el carnaval. Estamos en tiempos del Dios Momo, y quienes tienen canas saben que las cosas han cambiado de manera radical.
Algunos dicen que son los costos, otros que son las nuevas modas y diferentes intereses de la gente. Durazno tiene el recuerdo de corsos fantásticos, al punto de que cuando finalizaba la jornada y se apagaban las guirnaldas de bombitas de colores que se instalaban a lo largo de Oribe y 18 de Julio, cesaba un poco el ambiente de algarabía y felicidad, por más que al otro día había que retornar al trabajo.
De todos modos, comprobado está que la felicidad, por más corta que sea, es un sentimiento del hombre, que ayuda a calmar los espíritus y una especie de medicina, que la “botica” no tiene, que atempera los problemas y dificultades que se presentan a diario, en esta apasionante aventura de la vida.
En los viejos tiempos, al finalizar el corso sobre la adoquinada avenida 18 de julio, quedaba un colchón de papelitos y serpentinas, para preocupación de los barrenderos municipales que al otro día y muy temprano tenían la ardua tarea de limpiar.
Desde los barrios llegaban hasta el centro, los distintos conjuntos para el desfile oficial, presentando el esfuerzo de muchos meses de ensayos.
Eran vecinos que en Carnaval se acostaban muy tarde, pero que no remoloneaban a la hora de levantarse muy temprano para cumplir con su obligación laboral.
El Carnaval con el paso de los tiempos va dejando nombres que pasan a formar parte de la leyenda, que pierden su identidad para convertirse en símbolos. En un recordado vecino queremos sintetizar este fenómeno: el “Gallo” Rojas, creador de las “Llamadas”, una expresión del carnaval que ha ganado gran espacio en Durazno. Un particular recuerdo para otro gran animador de nuestros carnavales, como era el "Pocho" Souza.
Recordar a Julio Piñeiro, que desfilaba en una zorra que hacía de escenario, recorriendo todos los barrios de la ciudad. Una mención para “Tucho” y para el “Pocho” Colmán. No podemos olvidar un símbolo del Carnaval que eran los “Tablados” que se levantaban en varios barrios, transformándose en verdaderos centros cívicos y sociales, que convocaban al vecindario, en un ambiente de sana alegría y espíritu familiar.
Dentro de los tablados recordamos el de “La Colmena” de Valdez, el del “Gitano” Avellano, el de Santa Bernardina, como también el del Club Central en plaza Independencia y el del barrio “La Amarilla”.
Capítulo muy especial para los bailes del Teatro Español, donde surgieron múltiples anécdotas del recordado “Chivi” Giordano. La fiesta del carnaval es un fenómeno de masas sin par, que integra la realidad con la fantasía, en una justa dosis para que la imaginación cobre vuelo y despliegue sus alas en el escenario de las quimeras, que son el ingrediente fundamental para estos tiempos: sentir esa sensación tan grata que todos los humanos necesitamos: la ilusión.
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