Día del Periodista. Escribe Saúl Moisés Piña
El 15 de julio se recuerda el Día del Periodista, habiéndose elegido la fecha por iniciativa del Círculo de la Prensa en el año 1974, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de José Enrique Rodó.
Este selecto uruguayo fue un periodista de muy fina pluma y los valores exaltados en su vida y obra, tienen esencia de universalidad, destacándose uno en particular, cuya práctica seguramente atemperaría muchos de los problemas que afectan al tejido social: la tolerancia.
Se puede asegurar que Rodó fue un apóstol de ese valor, habiendo abundado en trabajos periodísticos relacionados con la tolerancia material, la que protege la inmunidad de las personas; la que se refiere a derechos y libertades.
Pero también la tolerancia espiritual, la que refiere a las relaciones de las ideas entre ellas mismas, las que hace comunicarse y cambiar influencias y estímulos.
Quienes se dedican a la tarea del periodismo, son mujeres y hombres con virtudes y también con defectos. Trabajadores que cotidianamente, enfrentan riesgos y asumen responsabilidades en el desempeño de su función; sobre todo en un medio como el nuestro, donde todos nos conocemos en el escenario social.
Rodó decía, que en la tarea periodística se debe “apreciar y acoger cuanto estimula las facultades del alma”. Es por ello que, quienes estamos en la función periodística, más que informar tenemos que formar. Debemos asumir nuestra labor, obviando los casos verdaderamente patológicos, de aquellos seres con intención de trascender y, que se dan a la triste tarea, de difundir sus fracasos, su soberbia, sus complejos, limitaciones, odios y venganzas.
La tarea de un periodista debe ser sana, informando y opinando con arreglo a la verdad, sin dependencias y a los mejores intereses del departamento y del país.
En Uruguay tenemos un valor que debemos dimensionar en su total magnitud: rige la democracia, que posibilita brindar la más amplia información, la confrontación y la libre expresión de las ideas.
El trabajo del periodista tiene que ser ejercido con humildad, teniendo como fuente de inspiración a Rodó, quien no era partidario del éxito momentáneo, del acomodo personal, sino del triunfo futuro, de la comprensión exacta de todos los desniveles humanos y de todas las amarguras silenciadas; la tolerancia que explica la benevolencia que disimula y la equidad que repara.
El gran desafío es seguir trabajando en armonía y fraternidad, cultivando la belleza de la verdad, el equilibrio, el respeto por el que no piensa igual, haciendo docencia y destacando las buenas cosas que caracterizan a este Durazno.
Será la mejor manera de recodar al Maestro José Enrique Rodó.
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