Desde el fondo de su historia nuestro país ha forjado brillantes tradiciones, de las que además de sentir orgullo, tenemos el compromiso y deber de luchar por su mayor proyección.
En el escenario histórico nos destacamos con la gesta independentista del continente, con ideas muy propias que fueron forjadas por la figura de nuestro Prócer José Artigas. En el terreno político, se sabe muy bien que tenemos valores y conquistas que vienen de lejos, de gran prestigio en el exterior que han sido concretadas con la implantación de leyes sociales en directo beneficio de los sectores del trabajo y la producción.
En el ámbito de la cultura hay una escuela literaria, de elevados quilates, con el surgimiento de espíritus como Rodó, Florencio Sánchez, Vaz Ferreira, Horacio Quiroga , entre otros. En el área de las ciencias la nómina es muy amplia y citemos como ejemplo a Clemente Estable y Américo Ricaldoni Se trata de figuras que lograron lauros muy importantes en calificados centros del exterior, como en el caso de nuestro coterráneo el Dr. Miguel C. Rubino. Existe una larga nómina de escritores y poetas, que han dejado una valiosa herencia, que ha sido una especie de cimiento cultural del Uruguay.
Las sociedades maduras, deben asumir que su tradición cultural, debe ser mantenida en todos sus colores y, que no tiene sentido filtrar esa tradición y reducirla a unos pocos nombres, afines ha determinado color político. No es correcto que de acuerdo al gobierno que tiene la responsabilidad en el manejo del país, se aplique una política cultural excluyente.
En estos días jerarcas del Ministerio de Educación y Cultura, dieron cuenta de un proyecto que tiene como finalidad, rescatar y acentuar el pensamiento y la cultura del Uruguay, difundiendo la vida y obra de calificados cultores de la música, el poema y el canto, que por diversas razones han sido
injustamente olvidados.
UNA VALIOSA HERENCIA
Recordar esas figuras, es una forma de fortalecer nuestra identidad. Citemos a Osiris Rodríguez Castillos, que inmortalizó con sus letras las sabias y ariscas tarariras del Yí y temas relacionados con el escenario campesino. Yupanqui definió la obra de Osiris, como una de las mejores expresiones del canto popular, junto a Violeta Parra. Con su música conmovió a toda una generación, siendo calificado como un “galopeador de la geografía “, dando identidad a la patria.
Otra figura que ha sido olvidada es Amalia de la Vega, dueña de una voz con una sonoridad de “aguas claras, fecunda de campo abierto y cielos azules". Su técnica en el escenario carecía de lenguaje gestual pero su presencia y voz particular, provocaba una especie de magia seductora, que ponía un manto de silencio y atención en el público. Sus temas estaban relacionados con el mate, el rebenque, el río, las penas y ausencias, permitiendo al escucha ingresar en una especie de milagro.
Cantaba sin ningún esfuerzo, con un registro excepcional. Dejó una rica herencia musical, destacándose una grabación del Poncho y el Triste Nº 4 de Fabini. En Durazno tuvimos el privilegio de disfrutar su presencia y su voz, en el Festival Nacional de Folklore.
Es muy buena iniciativa gubernamental la de recuperar la memoria de ilustres uruguayos, un capital auténticamente nuestro, que debemos valorar en su total dimensión, como manera de programar un futuro de mayores realizaciones, en un escenario de unión, justicia y fraternidad entre los orientales.
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