Escribe Saúl Piña: en esta nota recuerda la preocupación de José Artigas por la vacunación

En aquellos años la viruela causaba estragos originando millones de muertes. Este médico notó que las mujeres que trabajaban como ordeñadoras en los tambos, no se contagiaban con la viruela. Se le ocurrió que algo de las vacas las inmunizaba. Fue cuando probó inocular suero de la sangre vacuna a un niño sano. La experiencia dio resultados y el niño no se contagió con viruela. La vacuna se impuso y en 1803 y el rey Carlos IV de España envía una expedición de médicos, para vacunar a todo su imperio. 

Para conservar la vacuna, agregaron a los 22 niños huérfanos que se la trasmitían de uno al otro, como método para la conservación viva del virus.

Aunque los descubrimientos del doctor Jenner fueron muy importantes, no hubo avance para el combate de otras enfermedades, pasando casi un siglo para que se desarrollaran nuevas vacunas, lo que ocurrió desde el año 1880, desarrollándose 6 nuevas vacunas diferentes.

Precisamente en ese año de 1880, el famoso francés Doctor Luis Pasteur, que fue uno de los pioneros de la Medicina Preventiva y, además era químico y microbiólogo, logró grandes avances en el ámbito de las vacunas, siendo el descubridor de la vacuna contra la rabia, que aún hoy se aplica con éxito. Fue Pasteur quien le asignó el nombre de “vacuna”, señalando que el origen viene de la palabra vaca, en homenaje al experimento del doctor Jenner. 

Se piensa en José Artigas como un líder, gran estratega militar, con condiciones políticas, administrador y promotor de revoluciones .Dentro de sus acciones se destacan sus éxitos en el campo de batalla, pero sobre todo la significación de vitales documentos como las Instrucciones del año XIII y el Reglamento de Tierras de 1815. 

Prácticamente no se conoce y el tema no integra los planes de educación en nuestro país, su gran preocupación por la viruela, que venía provocando miles de muertes. Artigas conocía la campaña vacunatoria impulsada por Carlos IV y el 17 de marzo de 1816, enviaba una carta al Cabildo de Montevideo, expresando: 

Pasado cierto tiempo José Artigas le comunica al Comandante Andrés Artigas, que se recibieron “cinco vidrios de vacuna. Igualmente por don Manuel Macho, los tres ejemplares que sirven de instrucciones para prepararla. 

"Con este fin procuraré remitirla a las demás provincias, deseando eficazmente la extensión de este gran consuelo para la humanidad”. Agregaba también la importancia de que: “se ponga en todos los que no tengan viruela que es el mejor preservativo contra este contagio desolador”. 

Hasta el año 1860, en Montevideo las vacunas se inoculaban frescas en una finca de calle Isla de Flores, en cuyo fondo había un establo con vacas. Hoy las vacunas se producen en laboratorios bajo severas medidas de seguridad.

En el Uruguay funciona el Instituto “Pasteur”, que es un centro internacional de investigación biomédica y de entrenamiento para investigadores.

La preocupación de Artigas por el bienestar de su pueblo fortalece su condición de caudillo nato. El nivel de sus ideales, debería ser instrumento para pensar en procura de una mejor organización cívica, para buscar con nobleza en fraternal unión, una mejor sociedad, con el propósito patriótico de engrandecer al Uruguay que es responsabilidad de todos.