El incremento de la utilización de botnets (redes de robots) para lanzar ciberataques que buscan las vulnerabilidades de usuarios y empresas para robarles información o afectarlos de distintas maneras ha puesto sobre alerta a las organizaciones y las compañías.
El aumento de ataques registrado a ambas orillas del Río de la Plata no es fortuito ni exclusivo de esos países, sino que es compartido, por ejemplo, con lo que sucede en Brasil y Chile, además de países asiáticos como Corea.
En todos los casos son lugares que están relativamente bien “digitalizados”, es decir, tienen buenas conexiones a Internet, pero no están en una posición tan avanzada en la curva de madurez en cuanto a la ciberseguridad, explica el informe.
“Los porcentajes que revelan los trabajos de Spamhaus son una evidencia clara de cómo crece este fenómeno, en particular en la región, pero son como la punta de un iceberg, porque existe un importante fenómeno de subregistro, entre otras cosas porque las compañías no quieren exponer este tipo de situaciones y sobretodo porque en muchas ocasiones la víctima no sabe que estuvo afectada por un botnet”, explicó Graciela Martínez, líder del CSIRT (Centro de Respuesta a Incidentes de Seguridad) de LACNIC, una organización no gubernamental internacional, establecida en Uruguay en 2002, que tiene por función asignar y administrar los recursos de numeración de Internet, los IP, para la región.
Los estafadores virtuales usan diferentes redes para realizar sus ataques y esto depende de cada tipo de botnet, por ejemplo, algunas pueden estar infectadas por malware para extraer información personal valiosa de las víctimas. Otro ejemplo es que pueden atacar a empresas para saturarles el ancho de banda en una fecha comercial clave.
Martínez aseguró que el fenómeno de los ciberataques crecientes tiene conexión, entre otras cosas, con que en la pandemia se dio un mayor uso de los dispositivos que expuso a las personas a más vulnerabilidades, lo que pretende ser aprovechado por los ciberdelincuentes.
En tanto, la digitalización de la cotidianeidad de la gente no se frenará en la pospandemia, sino que se incrementará todavía más.
Por ejemplo, con los dispositivos del internet de las cosas (IoT) como las cámaras web, wearables, etc.
“Estos también corren el riesgo de infectarse”, aseguró Martínez.
Martinez subrayó que el creciente uso de redes sociales por las personas amplía el campo para que actúen los ciberdelincuentes, trascendiendo la esfera corporativa para atacar directamente al consumidor final.
“Estas redes pueden combinarse con ataques de ingeniería social. Los comandos centrales que articulan botnets pueden recibir alertas sobre cómo y cuándo seguimos a través de nuestras cuentas en redes sociales, por ejemplo, las de una entidad financiera. Tras el aviso de la red de robots que monitorea las redes, el estafador puede enviarme un mail o intentar contactarme a través de la propia plataforma utilizando un perfil falso para obtener datos de mis cuentas”, adviertió.
Según Martínez, la salida no pasa por abandonar la actividad en las redes sociales, ni restringirla, “pero es importante que la gente sepa que no hay que revelar en ellas datos confidenciales sobre nuestra operatoria bancaria, por ejemplo”.
Recurre a una metáfora muy gráfica para su recomendación: “A todos nos gusta pasear por la calle, pero de eso no se deduce que tengamos que mostrarle a cualquiera que nos crucemos nuestra tarjeta de crédito o nuestro DNI”.
En relación a las organizaciones, la especialista sostuvo que “no se trata de entrar en pánico ni mucho menos pensar en restringir nuestra operatoria digital pero se debe comprender cada vez más la necesidad de prepararnos desde todo punto de vista para esta realidad, tomando conciencia de que la información es un activo y la tenemos que proteger, al mismo tiempo que los sistemas en los que almacenamos esa información deben estar configurados en función de los delicados datos que protegen y, lo más importante, es hacer campañas de concientización sobre el uso seguro de los servicios de forma continua y sin pausa”.
Aunque es muy difícil evitar estos ciberataques y aunque no existen protecciones 100% efectivas, aseguró, para evitarlos “es fundamental estar preparados, tomar los recaudos necesarios. Al actuar con responsabilidad será más difícil ser víctimas de un ataque, y en caso de serlo seremos más resilientes ante ellos”, concluyó Martínez.
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