El pasado 23 de noviembre se celebró una fecha muy particular, que si bien no tuvo mayor difusión, es un tema que cada día cobra mayor importancia a nivel mundial. Se trata del “ Día Internacional de la Palabra”.
Es notorio que uno de los problemas que enfrenta la Humanidad, es el deficiente empleo del lenguaje y la pérdida del valor de la palabra empeñada, lo que ha sido una seria conspiración contra ese valioso tesoro humano: la verdad.
Hay una singular anécdota que se le atribuye a Esopo, quien afirmaba: “la lengua es el más noble agente del bien, de la justicia y de la belleza, por el hecho de que ella es capaz de trasmitir los más altos propósitos.
Pero también la lengua es el arma de mayor peligrosidad, dado que puede transmitir las peores perversidades, las insidias más dañinas y las más grandes ofensas”.
La historia del mundo indica que la presentación de las teorías opuestas a la dignidad de los seres humanos, más renegadas de la tendencia a la superación y más tiránicas e injustas ,siempre se han realizado bajo el encubrimiento de atractivos discursos integrados con palabras dirigidas al entusiasmo de las grandes masas con promesas de novela, de bienestar colectivo, a sabiendas de que no se cumplirán- Este sistema del uso de la palabra, es la herramienta preferida en corrientes ideológicas alejadas del humanismo y de la democracia.
Para facilitar el escenario de la convivencia, debemos abrir el corazón, y fortalecer nuestra palabra franca, como vía de aceptación y relacionamiento de nuestros semejantes, sin juzgar apariencias, raza o ideología, profundizando nuestros sentimientos y fortaleciendo la luz de nuestro interior, en búsqueda de la verdad. Desde hace largo tiempo que se ha perdido el inmenso significado de la palaba empeñada, que tenía más valor que un documento firmado.
En la actualidad, nuestra sociedad ya no confía en la palabra, porque muchas veces solo se habla sin
fundamentos y con ausencia de certeza, para satisfacer un ego, un interés personal de lucro, o una incapacidad intelectual.
La errática dinámica que hoy impera la vida en una sociedad de consumo, y descontrolada, donde la ausencia de la verdad lamentablemente, es hasta una herramienta política, que allana el camino para que aumenten los compromisos de palabras huecas y volátiles, en un declive hacia la intolerancia, la descortesía o la agresividad y la mentira lo que comienzan a deteriorar el tejido social.
Desaparece el respeto, se evaporan los miramientos en la vida familiar, la aceptación de ideas políticas y religiosas del otro, ignorándose la autoridad, que afecta el funcionamiento armónico y fraterno de la convivencia de toda colectividad humana.
La palabra nació para que los seres humanos pudiesen expresarse y transmitir la inteligencia. Del mal o buen uso que hagamos de ella dependerá todo lo demás. El buen uso de la palabra es la mejor arma con que cuentan los hombres, para de verdad ser y sentir.