El 23 de setiembre se cumplen 173 años del día que pasó a la mejor de las memorias, el General José Gervasio Artigas. Su muerte llegó luego de transcurrir tres largas décadas de voluntario exilio en Paraguay. Sus restos fueron depositados en una humilde parcela del cementerio de La Recoleta.
Este nuevo aniversario del pasaje a la gloria del Prócer debe ser oportunidad del reconocimiento de este auténtico caudillo, que ha sido uno de los grandes libertadores de América, que sigue iluminando con su preclaro pensamiento los senderos del destino nacional. Esto más que recuerdo debe ser motivante en estos tiempos de conductas y actitudes poco fraternas.Es bueno recordar que la devoción artiguista entre los uruguayos, no nace de un sentimiento religioso, irracional o ciego, sino de la adhesión consiente producto de la reflexión, a un ideario que el Prócer encarnó con hechos y que ha sabido forjar en todos los orientales.
Los auténticos caudillos, son quienes tienen la capacidad de abrir un camino cada mañana, integrado por la luz de la paz, de la felicidad, de la tolerancia y de la justicia para todos, sin categorización de raza, color, credo o color político.
Artigas se adelantó en los tiempos y defendió la tolerancia ideológica, la justicia social y el rescate económico. Profesó el amor a la criatura humana, afirmando que el título más valioso que tiene el hombre, es precisamente el de ser hombre. Siempre estuvo de pie y a la orden, en la defensa de la libertad, la igualdad y la seguridad de los ciudadanos y de los pueblos.
Pocos documentos señalan con tanta elocuencia la grandeza moral de Artigas, su absoluto despojamiento de ambiciones personales y sus profundas convicciones democráticas y republicanas, como la admirable Oración, que pronuncia el 5 de abril de 1813, ante los diputados de los diferentes pueblos de la Banda Oriental.
En la hora de las definiciones, los uruguayos no tenemos lugar para la retórica confusa; la referencia que contamos como faro que ilumina nuestras decisiones, es el ideario de Artigas, al que siempre debemos recurrir, cuando un extravío de la razón se presente, y pretenda opacar la pureza del ideal democrático.
Es bueno recordar que los orientales somos lo que somos y lo seguiremos siendo, porque elegimos todos los días, que Artigas siga vigente, como garantía de nuestro vivir como pueblo libre y soberano, que es la única forma en que concebimos nuestra existencia.