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Más allá de las postales: varios duraznenses han sufrido robos en el este uruguayo

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Las doradas playas del este de Uruguay, una vez oasis de tranquilidad, se ven empañadas por una sombra creciente de inseguridad. La presente temporada estival ha desplegado un incremento de delitos que oscurece la experiencia de quienes, tras disfrutar del sol y la arena, retornan a sus hogares de alquiler y se encuentran con el desencanto de la intrusión y el robo.

En la temporada estival 2023-2024, el aumento de hurtos en viviendas alquiladas ha transformado la experiencia de los turistas. Lo que antes eran balnearios tranquilos ahora son territorios donde la sombra de la inseguridad se cierne sobre los paseos por la arena y las siestas bajo el sol. Para las autoridades, la gente se descuida: "dejan ventanas abiertas o puertas sin trancas, de hecho no ha habido violación de domicilios a patadas”.

Mensajes que lectores de Durazno enviaron a la redacción, indican que lugares que alguna vez fueron sinónimo de calma y descanso ahora se encuentran salpicados por la presencia de individuos cuyo rumbo errante se convierte en un preludio de actos delictivos.

Desde Piriápolis hasta Punta del Este, pasando por La Floresta y otros puntos cercanos a la interbalnearia, la amenaza de los robos se proyecta como una marea lenta pero inexorable. La precaución se convierte en un valor necesario cuando los turistas abandonan sus hogares temporales para explorar la playa, ir de compras o aventurarse en excursiones locales. 

Los inescrupulosos, motivados por la búsqueda de dinero fácil y objetos valiosos como laptops y ropa, acechan en las sombras de la costa esteña. Las comisarías reciben denuncias abrumadoras, pero la desesperanza se extiende sobre aquellos que anhelan recuperar lo que les fue arrebatado.

Este artículo no busca ahondar en las heridas ya abiertas, sino más bien alertar a quienes buscan el sol y la brisa en estos lares. La playa, que debería ser un refugio de descanso y placer, se torna en un escenario de cautela. La sombra del robo, como una ola sigilosa, amenaza con empañar las experiencias veraniegas. La atención es la moneda de cambio para evitar las sorpresas desagradables que acechan entre las dunas doradas y las aguas resplandecientes.

Entre el 22 de diciembre y el 1 de enero, en Uruguay ingresaron unos 190 mil turistas. La masividad –advierten los vecinos de la zona- se vuelve un escenario ideal para los delincuentes que operan bajo la misma modalidad. “Los ladrones, aparte, andan en autos de alta gama, ni te das cuenta quiénes son; es gente que hasta alquila casas en lugares próximos y aprovechan luego para asaltar”. Según medios nacionales el gobierno ha reforzado las recorridas a través de la Guardia Republicana.   IR A PORTADA 

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