En el marco de una sociedad democrática el “Día de los Trabajadores” que se conmemora el 1º de Mayo, tiene características que son permanentes pero también coyunturales. Por un lado los trabajadores asumen en la celebración la condición colectiva que les es propia, fruto de muchos años de luchas planteadas en los más diversos niveles, con huelgas e incluso con persecuciones y muertes de obreros.
Esta fecha en regímenes pluralistas, el día de la reafirmación de una identidad y de la presentación solemnizada en fiesta, de derechos y reivindicaciones que se estiman legítimas para todo el sector laboral. De esa manera el ciudadano—que todos somos—se desdobla coherentemente en el trabajador que la mayoría es y que por lo tanto es un aporte fundamental para toda sociedad.El trabajo honesto y eficiente realizado con responsabilidad, es la base de la salud económica y social de los pueblos libres. El trabajador debe ser objeto de unánime e incondicional reconocimiento y respeto en sus derechos, lo que también le genera obligaciones.
Existen corrientes de profundo contenido espiritual que señalan que el trabajo: “no es rutina, ni estancamiento, ni adaptación pasiva a la realizaciones de actividades; es progreso, placer de esfuerzo, facultad creadora del espíritu”.
Es oportuno también señalar, que la salud moral, la eficacia y la sinceridad del accionar sindical, no se ha de traducir jamás en desquicio de la organización de los trabajadores, con medidas extremas que ocasionen el debilitamiento de las fuentes de ocupación.
Una sana y clara acción gremial, lejos de toda ideología, es el camino para que se cumpla con los auténticos derechos de los trabajadores. El escenario laboral de toda sociedad democrática, debe ser de paz, justicia y tolerancia.
El trabajo es sinónimo de dignidad en el ser humano, siendo deber esencial para evitar la dependencia que determina que algunos pocos hombres esclavicen a muchos.
La historia muestra que los pueblos más civilizados, han superado sus crisis no cultivando la lucha de clases o los odios. Superaron la crisis con justicia, tolerancia, compromiso con el trabajo y con el país.
La fiesta total del trabajo, aguarda todavía en el alma, en la esperanza y en la confianza de las conciencias en un futuro mejor, que se cumplan los pactos civilizadores contraídos en nombre de la dignificación de la personalidad humana.
Tenemos que valorar que en nuestro país, contamos con ciudadanos con un vigor de una voluntad que no en vano tiene antecedentes en el valor y la decisión, de que dieron muestra los grandes forjadores del destino libre del Uruguay.
Seguro estamos que vendrán nuevos tiempos, donde los valores de la auténtica orientalidad y el crecimiento del diálogo franco y en la verdad, nos conducirá al logro de los códigos del entendimiento, única forma de transitar el camino de la paz ,de la concordia y del entendimiento, que todos aspiramos.