Cuando comencé aquel noviazgo con el que hoy es mi marido, aquel 26 de setiembre de 1982, no lo dudé dos veces y desde ese momento fui consciente que dejaría mi tierra natal.
El lunes 12 de agosto de 1984 a las 8:30 de la mañana, tomaba yo NOSSAR en la esquina 18 de Julio y Manuel Oribe en Durazno, donde mucha gente familiar y amiga me despedía, lágrimas de toda clase, alegría y tristeza.El martes 13 de agosto 1984, tomaba yo el vuelo Air France rumbo Frankfurt con escala en París, una gurisa viajando sola y con mucho valor encima, dejar su tierra por llegar a la tierra de su gran amor. Era un invierno frío el que dejaba atrás, y llegaba a un verano caliente llena de desafíos.
Hoy son 40 años los que han pasado, en ningún momento me he arrepentido de aquel gran paso dado.
Formé una familia donde tenemos dos hijos, Franziska y Paul y disfrutamos la etapa de ser abuelos con nuestro Raffael de 20 meses.
40 años donde esta María Elena, una mujer hecha a la alemana pero con sangre uruguaya, mientras viva soy una más de ustedes.
A Dios gracias he podido disfrutar de mis vacaciones anuales en mi querido Durazno, visitando mi familia y amistades que me quedan, ni la distancia nos ha separado y mucho menos ahora con la tecnología digital.
Soy felíz caminando por las calles de Durazno aunque no es lo mismo que cuando yo vivía allí, han pasado varias generaciones y la gente es nueva vista por mi, y los tantos cambios que a tenido la ciudad.
Pero en mi barrio La Bolsa soy aquella "loca María Elena" que orgullosa saluda a su barrio cada año.