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| Short al pie de la crónica. |
En tiempos electorales, cuando los teléfonos suenan como campanas y las encuestadoras no dan respiro, todo candidato sabe que su nombre puede aparecer en cualquier esquina del dial. Pero hay momentos en que la realidad —caprichosa y burlona— parece escrita por un redactor con buen humor y poco respeto por la solemnidad política.
Felipe Algorta, candidato a intendente por el Partido Nacional en Durazno, vivió uno de esos episodios que parecen sacados de un cuento, entre la sátira y el absurdo, con tintes de comedia criolla y acento caribeño.Todo comenzó con una llamada. Una encuestadora, desde un teléfono cuyo número no parecía tener relación con el censo, lo contactó para hacerle algunas preguntas de rutina: intención de voto, partido preferido, nivel de decisión.
Algorta respondió con cortesía, sin advertir —al principio— la ironía de la situación. Su equipo de prensa, al percibir el carácter único del momento, no tardó en sacar el celular y comenzar a grabar.
—¿Y a qué partido votaría? —pregunta la voz femenina, con acento venezolano que contrastaba con la tonada duraznense del candidato.
—Al Partido Nacional —respondió Algorta, como quien recita el Padre Nuestro.
Hasta ahí, nada fuera de lo común. Pero llegó el momento estelar. La encuestadora, con tono neutro y sin saber que hablaba con un protagonista de su propia encuesta, comenzó a leer la lista de candidatos a intendente:
—Partido Colorado, Ana "Jánter"...
La mención de "Jánter" provocó las primeras sonrisas, porque en Durazno todo el mundo sabe que se dice Hunter, como se ha dicho desde que las piedras son piedras. Pero el diálogo apenas comenzaba a fluir.
—Partido Colorado, Gabriel Montes de Oca. Partido Nacional, Domingo Rielli. Partido Nacional, Felipe Algorta...
Y fue entonces cuando, como quien elige entre marcas de yerba, Algorta respondió con rapidez y una sonrisa que no cabía en el rostro:
—Ese, a ese muchacho. A ese muchacho voy a votar yo.
La encuestadora, imperturbable, prosiguió:
—¿Y diría que su voto está completamente decidido, tiene idea pero podría llegar a cambiarlo, o no está decidido?
Algorta, ya plenamente entregado al juego, replicó con firmeza:
—Yo creo que está decidido.
